lunes, 26 de julio de 2010

CRÓNICAS RURALES I

El año pasado por circunstancias de la vida pude pasar unas semanas cuidado la casa de unos amigos. Y es que tienen animalitos, jejeje, unos domesticados y otros que llegan sin invitación por la noche como gatos, ratones, pumas y lobos. Yo no los vi pero los oí, seguro.

Este año se han alineado de nuevo los planetas y he pasado otra vez por la experiencia, sólo que mi percepción ha sido mucho más agradable que en la anterior ocasión. Casi no notaba cuando me picaban los bichos. De hecho, las avispas y yo llegamos a un acuerdo de no agresión. Ellas no me picaban yo no les tiraba insecticida. Así pasamos 21 días.

Como soy algo mayor no pasé por esas actividades infantiles tan de moda (la granja-escuela o las clases de natación), así que ésta aproximación al mundo rural es lo más cerca que voy a estar nunca del campo. No al senderismo, no a la acampada libre, no a todo aquello que implique baño=inmenso mundo.

Habían ovejiLias. He podido verlas de cerca (eh, incluso las toqué... bueno... ellas a mí), no son tan monas en realidad, además parecen bastante bobas. Una tarde/noche cuando íbamos a ponerles la comida, estaba yo con mi perro Link manteniéndolas a raya, querían acercarse antes de tiempo, qué maleducadas. Nos miraban como pirañas y poco a poco hicieron la maniobra de aproximación. Trataban de plantarle cara a Link pero eso sólo sirvió para que se viniese arriba, las acechaba y se tumbaba tratando de hipnotizarlas. Ellas contraatacaron con un movimiento triple (sí, como los power rangers) empezaron con un extraño baile de coces y nos embistieron. Afortunadamente Link y yo huimos antes de que nos tocaran, porque para quien no lo sepa (osea, gente como yo), donde va una van todas. Me percaté de que Link estaba algo sorprendido con mi reacción, pobret, pensando lo tonta que puede ser una chica de ciudad (pequeña).
Días después, él solo haciendo movimientos instintivos de perro pastor se ocupó de ellas y obtuvo su venganza.

Otra incultura de campo fueron los hierbajos. Sí, sí, también pican y provocan reacciones alérgicas.
Cuando vi las balas de paja me vino a la mente la imagen de Heidi rebotando en su cama de la buhardilla. Qué bucólico, me imaginé a mí misma haciéndolo, qué blandito, qué suave. Alguna vez había visto por la carretera esas balas inmensas, esponjosas y redondas, muy de foto.
Las ovejiLias comen paja junto con otros hierbajos que me sonaban de geles de baño o cosas así: alfalfa y cebada (yo pensaba que era avena). Cuando recoloqué la paja en el comedero de las ovejiLias, la imagen de Carmen rebotando y durmiendo en ella se fue al traste. ¡¡Cómo picaba!! Y cada noche al volver a la casa ¡¡tenía urticaria en los brazos provocada por la paja!! Juraría que vi a la ovejiLia jefe reirse de mí.

Como no sé si os ha quedado claro el show de Carmen en el retiro rural, se me ha ocurrido linkear lo que tuve en mente las dos ocasiones que he pasado allí. Es un capítulo del Dr. Slump en el que las pijas de la ciudad visitan la Vila del Pingüí. Pues yo era (o soy, mi esencia no ha cambiado) como ellas. ¡¡Qué mono!!

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Dr. Slump de Akira Toriyama, edición española de Planeta-De Agostini.
Cap. "Descubriendo el campo"